lunes, 20 de octubre de 2008

Here comes the sun


La claridad atravesó sus parpados y cedió, con los ojos entornados abrió la puerta de su habitación. Ahora el pasillo no era más que un montón de vías por las que corrían trenes a alta velocidad en todas direcciones. Aterrado por el abismo volvió a atrincherarse en el cuarto. Tembloroso por el panorama se sentó en la cama, el suelo estaba frio y un pequeño rayo de luz lo inundaba todo. Quiso saber de dónde procedía y subió la ventana, aquello era nuevo, tenue brisa acompañada de una sensación cálida. Abrió las cortinas y armado con una cierta valentía suicida sintió el deseo de volver a abrir la puerta. Esta vez al otro lado sólo encontró un pasillo, ni rastro de las vías, podía salir tranquilo de su escondite, estaba en casa.

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