viernes, 24 de octubre de 2008

All you need is love S.A.


Hoy en día la oferta turística se ha ampliado hasta niveles insospechados. Atendiendo a las demandas más variopintas podemos optar por turismo de sol y playa, turismo rural, turismo deportivo, turismo cultural, narcoturismo...Lo mejor de esta amplia gama de opciones es que siempre es ampliable y ya que me estoy formando para ser una futura "profesional" del sector (o así se empeñan en llamarnos), me he permitido el gusto de elaborar las primeras pinceladas de lo que parece ser una nueva categoría dentro de esta actividad. Se trata del "romanturismo", si eres capaz de encontrar una similitud evidente entre esta palabra y romanticismo, no vas por mal camino. Tras deliberaciones propias llegué a una conclusión, en los tiempos que corren el amor se ha reducido a una mera actividad de ocio, y no hablo de sexo. Hoy en día se trata de un sentimiento que se limita a aparecer cuando inconscientemente disponemos de tiempo para ello. No es común que alguien compagine su trabajo con una estancia en un balneario, no a no ser que trabaje en el lugar. No es normal estudiar en un crucero. La Real Academia Española define ocio en su cuarta entrada de la siguiente manera: "obras de ingenio que alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones". Esta definición me deja claro que el romanticismo se trata de una actividad ociosa, pero mi plan tiene fallos, ¿es posible comercializar el amor?, y vuelvo a repetir que no hablo de sexo. En este caso el sexo quedaría reservado como actividad "extra", es como el que opta por conocer la Costa Brava y ya que está allí decide darse un paseo por Port Aventura.
El comienzo y el fin del enamoramiento son evidentes y reales, regularlos con el propósito de que el cliente obtenga un resultado satisfactorio y comercializar todo el proceso, no es tarea fácil y quizás tampoco rentable. Así que pensándolo mejor voy a aparcar la idea del "romanturismo" en la carpeta de proyectos sin salida, no antes sin subrayar la pertenencia del amor a las actividades de ocio, tal como la que practican los atrevidos que deciden aventurarse en la oscuridad de la montaña sólo por el placer de sentirse libres en la naturaleza, ya que en esta vida quien decide enamorarse suele estar dispuesto a partirse el tobillo.

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