domingo, 27 de septiembre de 2009

Los peces también mueren


Te conocí hace tres años, como se conoce hoy en día a la gente, a través de un perfil, una foto y 5000 caracteres que sirven de soporte escrito. Te encontré y me pareciste un buen pez al que observar. Siempre perfecta, rodeada de gente, recorrías el país entre tres ciudades muy diferentes. Eras una Marilyn que con palabras disimuladas gritaba al mundo que tomaba pastillas para dormir. Ni tus ojos, ni tu pelo, ni tu sonrisa me conquistaron, fueron tus textos poco elaborados, las frases que se te derramaban de las manos. Te leía todos los días, te convertiste en el pez favorito de mi pecera, hasta que un día dejé que escaparas y desapareciste entre las turbulentas aguas de mi memoria.

Hoy te he vuelto a buscar y me he encontrado con una matrioska sin descendencia, una muñeca vacía. Ahora eres una maniquí, y al parecer tus dedos de escayola no te dejan escribir como lo hacías antes. Ya no gritas entre renglones, me pregunto si algún día se te fue la mano con el bote de pastillas y ahogaste tus aullidos en un profundo sueño del que jamás serás capaz de despertar.

Si es así, te echaré de menos.

Au revoir Bú